Estas elecciones han dejado un ganador formal para agosto, pero también han dejado los cimientos para el principio de un nuevo futuro en el que millones de colombianos de Vaupés, Cauca, Valle, Nariño, Chocó, Sucre y Bogotá ya avanzaron en decir no más Uribe en el poder.
Santos
El posacuerdo que se nos mostraba como la época de prosperidad sin igual en la historia del país, hoy nos resulta que no es así por completo. No quiero decir con ello que en el conflicto nos iba mejor. Quiero decir que el país, y específicamente este Gobierno, no estaba preparado ni política, ni estatutaria, ni económica, ni estructuralmente para el fin de la confrontación con la guerrilla más antigua del continente.
Todos estos candidatos se están duplicando – y a este paso triplicando- los 14 candidatos por firmas de las elecciones del 2014, con lo cual puede que se oxigene este negro panorama de partidocracia colombiana, pero hay que tener en cuenta que muchos de ellos están tropezando con requisitos normativos y embrollos que exigen una labor tan titánica y seria como ésta.
En las últimas décadas quienes han mal gobernado Colombia no solo se han turnado el poder y repartido por igual los puestos en cada gobierno, sino que lograron convertir las entidades de control en comisiones de aplausos y desvíos de investigaciones, con el fin de perpetuar “el tapen-tapen” que ha caracterizado a la justicia nacional.
En estos momentos, donde arrecian los golpes contra la producción y el empleo nacional, y el gobierno Santos se empeña en recortar los derechos sociales, debemos organizarnos y movilizarnos en todo el país para exigir una nación realmente productiva, soberana y digna.